DESCANSO

          La única promesa del Corazón de Jesús revelada en el Evangelio es que Él será “nuestro descanso”. El texto que se lee en la Solemnidad del Sagrado Corazón dice así: “Venid a mí todo los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré; aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso” (Mt 11,28-29).
          El Señor es el descanso del que ama y confía. La vida nos agota y nos cansa, cuando no sabemos poner nuestra vida en sus manos. El Señor nos dice que vayamos con Él, a la oración, a la Eucaristía, y que descansemos. No es buena una vida espiritual que nos agota. Es verdad lo que decía san Juan de la Cruz, que “quien ama, ni cansa ni se cansa”. El descanso del alma es vivir en las entrañas de Jesús. Allí donde nuestra vida más necesita de alivio, porque son muchas las cosas que nos agobian.
           El no saber descansar es uno de los males más grandes de nuestro tiempo. Dime cómo descansas y cómo te cansas, y te diré cómo es tu vida. Sólo cuando “hemos conocido el Amor” nuestra vida se hace un descanso auténtico.
          Sin Amor no hay descanso. Sin descanso se hace insostenible el amor. Por eso las dos cosas las encontramos en el Corazón de Cristo. Allí el amor que nos hace libres. Allí un descanso que nos hace estallar en gozo y alegría. En su Corazón hemos encontrado el amor que nos hace descansar. Sólo tenemos que vivir amando, con la conciencia de que en esa medida nuestra vida se hace verdadero y continuo descanso.
Monseñor Francisco Cerro, obispo de Coria- Cáceres

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