Con toda el alma


Nosotros anunciamos la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los momentos oscuros de nuestra existencia y podemos compartirla con los demás; cuando sabemos sonreír con quien sonríe y llorar con quien llora; cuando caminamos junto a quien está triste y corre el riesgo de perder la esperanza; cuando transmitimos nuestra experiencia de fe a quien está en búsqueda de sentido y de felicidad.

Y ahí con nuestra actitud, con nuestro testimonio, con nuestra vida decimos “Jesús ha resucitado”, con todo el alma.

Pidamos a la Virgen Madre, testigo silenciosa de la muerte y de la resurrección de su Hijo, incrementar en nosotros el gozo pascual. Lo haremos con la oración del Regina Coeli, que durante el tiempo pascual sustituye la oración del Ángelus. 

En esta oración, marcada por el Aleluya, nos dirigimos a María invitándola a alegrarse, porque a quien llevó en su vientre ha resucitado como había prometido, y nos encomendamos a su intercesión. 

En realidad, nuestra alegría es un reflejo de la alegría de María, porque es Ella que ha cuidado y conserva con fe los eventos de Jesús. 

Recitamos pues esta oración con los sentimientos de hijos que son felices porque su Madre es feliz.

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