Testimonio de nuestro Curso Alpha
Desde que unos amigos nos invitaron
a asistir a las reuniones del grupo Alpha hay muchas cosas que cambiaron
en nuestras vidas especialmente el tema de nuestra fe.
En el año 2004
tuvimos una felicidad inmensa cuando nació nuestro primer hijo todo nos
iba muy bien. Nadie podía presagiar y como así es la vida de que justo
en la Nochebuena de ese mismo año teníamos que enterrar a nuestro bebe.
Nos sentimos desolados y nuestra rabia se centró en maldecir a DIOS
porque no entendíamos bajo ningún concepto, cómo una pareja creyente como
lo éramos, podía sufrir tal desgracia en la vida y el que según
nosotros era el Único que podía evitarlo no lo hizo.
Nos alejamos tanto
de la fe que ni siquiera entendimos que fuimos nosotros quien le pedimos
a DIOS que si nuestro hijo no salía bien de aquella situación mejor
que se lo llevara de este mundo. Y así fue, pero nunca lo comprendimos
por el dolor que había invadido nuestras vidas.
Pero desde la primera vez que fuimos al Curso alfa algo en nuestro interior comenzó a cambiar. En el fondo seguíamos creyendo en DIOS pero en cada cena fuimos aún mas y mas creyendo en Él, hasta el punto que esperábamos que llegara el viernes para ir nuevamente. Cada vez que llegábamos a casa después de salir de allí nos sentíamos más alegres, con mas fe y comenzamos a comprender muchas de las cosas que DIOS nos enseña en las experiencias a lo largo de la vida.
Pero desde la primera vez que fuimos al Curso alfa algo en nuestro interior comenzó a cambiar. En el fondo seguíamos creyendo en DIOS pero en cada cena fuimos aún mas y mas creyendo en Él, hasta el punto que esperábamos que llegara el viernes para ir nuevamente. Cada vez que llegábamos a casa después de salir de allí nos sentíamos más alegres, con mas fe y comenzamos a comprender muchas de las cosas que DIOS nos enseña en las experiencias a lo largo de la vida.
Y sin duda nuestro gran cambio llegó el domingo que fuimos a Caldes de Montbui a la Casa de las Hermanas que comparten con nosotros en el grupo Alpha. En la Capilla cuando se llevaba a cabo la imposición de manos por parte de unos sacerdotes franciscanos y personas del grupo Alpha, en el momento que oraron para que llegase a nosotros el Espíritu Santo fue algo indescriptible. Nos sentimos como si alguien nos arrancara de lo mas profundo de nuestro corazones el dolor que teníamos; como si de una lanza incrustada en nuestro pecho se tratara.
Desde aquel día nuestras vidas han comenzado a tomar buen rumbo. Y lo mas importante afianzamos nuestra fe con DIOS.
Ojalá que las personas, ya sean creyentes o no puedan, asistir a estos cursos porque son de gran ayuda.
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