La opción por el tiempo, no por el momento


   Cuando leemos el libro del Génesis existe el peligro de pensar que Dios fue un mago” que hacía las cosas “con una varita mágica”. Pero no fue así, porque Dios ha hecho las cosas y las ha dejado funcionar con leyes internas, interiores que Él ha dado a cada una, para que se desarrollasen, para que llegasen a la plenitud. El Señor ha dado autonomía a las cosas del universo, pero no independencia.

   Porque Dios no es un mago, ¡es un creador! Pero cuando al sexto día, de ese relato, llega la creación del hombre, le da otra autonomía, un poco distinta, pero no independiente: una autonomía que es la libertad. Y le dice al hombre que vaya adelante en la historia, lo hace responsable de la creación, para que dominase lo creado, para que lo llevase adelante y así llegase a la plenitud de los tiempos.

  ¿Y cuál era la plenitud de los tiempos? Lo que Él tenía en el corazón: la llegada de su Hijo. Porque Dios, hemos escuchado a Pablo, nos ha predestinado, a todos, a ser conforme a la imagen del Hijo”.
   Y esto, es el camino de la humanidad, es el camino del hombre. Dios quería que nosotros fuésemos como su Hijo y que su Hijo fuese como nosotros. 
   En la lista que narra la genealogía de Jesús hay santos y pecadores, pero la historia sigue porque Dios ha querido que los hombres fuesen libres. Y si es verdad que cuando el hombre ha usado mal su libertad, Dios lo expulsó del Paraíso, también le ha hecho una promesa y el hombre salió del Paraíso con esperanza. ¡Pecador, pero con esperanza!.
   Su camino no lo hicieron solos: Dios caminaba con ellos. Porque Dios hizo una opción: hizo una opción por el tiempo, no por el momento. Es el Dios del tiempo, es el Dios de la historia, es el Dios que camina con sus hijos. Y esto hasta llegar a la plenitud de los tiempos cuando su Hijo se hace hombre. Dios camina con los justos y con los pecadores. Camina con todos, para llegar al encuentro, al encuentro definitivo del hombre con Él.
   El Evangelio termina esta historia de siglos en una cosa pequeña, en un pequeño pueblo, con José y María. El Dios de la gran historia, reveló, es también el Dios de la pequeña historia, allí, porque quiere caminar con todos. Santo Tomás afirma: “no os asustéis de las cosas grandes, pero cuando os dais cuenta de las cosas pequeñas, esto es divino”. Y así es Dios está en las cosas grandes, pero también en las pequeñas.

   Y el Señor que camina con nosotros es también el Señor de la paciencia. La paciencia de Dios. La paciencia que ha tenido con todas estas generaciones. Con todas estas personas que han vivido sus historias de gracia y de pecado, Dios es paciente. 
    Dios camina con nosotros, porque Él quiere que todos lleguemos a ser imagen de Su Hijo. Y desde el momento que nos ha dado la libertad en la creación, no la independencia, hasta hoy, continua caminando con nosotros. 
Papa Francisco, 8 diciembre 2014

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