Buena noticia para la familia


  El próximo domingo, 5 de octubre, comenzará, Dios mediante, el Sínodo extraordinario sobre la familia, que se completará con una asamblea sinodal ordinaria en el otoño del 2015. El reto no es pequeño, aunque el tema no es nuevo. Pero estamos ante una especial novedad: el tema se plantea dentro de lo que podríamos llamar el “fenómeno Francisco”. El papa Francisco manifiesta un especial realismo en el planteamiento de la vida cristiana en la actualidad. Y su rica experiencia como pastor del “gran Buenos Aires” la está llevando también a su servicio pastoral y doctrinal ahora que ocupa la sede de Pedro.
  Bajo la orientación del Papa –y por los textos publicados hasta hora-  parece que se puede hacer esta constatación: El Sínodo de 2014 se propone hacer creíble y asequible el Evangelio para la familia. El documento de trabajo de la asamblea titula su primer capítulo así: “Comunicar el Evangelio de la familia hoy”. La Iglesia está convencida de que posee una “buena noticia” –este es precisamente el sentido etimológico de la palabra “evangelio”- para el amor humano y para la familia.
  El problema radica en encontrar un lenguaje que exprese el sentido positivo de este “Evangelio para la familia”. Para muchos, la enseñanza de la Iglesia se reduce a prohibiciones; noes y más noes que se reciben como malas noticias para las decisiones de parejas, a pesar de que creemos que la Iglesia tiene buenas noticias para las mujeres y hombres creyentes.
  Podemos esperar mucho de estos dos Sínodos sobre la familia. Amplias capas de nuestra sociedad –en especial entre los jóvenes- cuestionan en la práctica las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio, la moral sexual y la familia. Lo ha escrito una profesora experta en temas de familia: que el Sínodo “diga sí al amor. Que defienda la fidelidad, la indisolubilidad y la fecundad de la pareja que son consecuencia del amor y no solamente porque son normas. Y que proponga a las parejas creyentes caminos para vivir el amor que es fiel, indisoluble y fecundo. Pero antes habrá que hacer parejas creyentes” (cf. “Esperando una ‘buena noticia’ para la vida de pareja y de familia”. (Doctora Isabel Corpas de Posada, en Vida Nueva del 5-11/09/2014).
  “Antes habrá que hacer parejas creyentes”; este es, me parece, el nudo de la cuestión. ¿Cómo van a entender el sentido positivo de la visión cristiana de la sexualidad, del matrimonio y de la familia quienes no han sido introducidos en la vivencia y en el mensaje de la fe cristiana? Nuestros tiempos nos piden una tarea de evangelización que es difícil, pero también apasionante. Estamos llamados a centrarnos en lo esencial cristiano. Se hace necesario superar visiones parciales, desviadas o sólo negativas de lo que nos propone Jesucristo y su Evangelio sobre la experiencia del amor humano y en especial sobre la maternidad y de la paternidad y sobre la vida de familia. ¡No es verdad que el mensaje de la Iglesia se reduzca a un catálogo de prohibiciones!
  “¡Tenemos las mejores soluciones!”, decía el papa Benedicto XVI. Seamos valientes en hacer las adaptaciones necesarias para que el carácter positivo de las orientaciones cristianas aparezca a la conciencia de los cristianos y cristianas de hoy, en especial entre los jóvenes. A veces me pregunto: ¿por qué estos jóvenes, que no siempre frecuentan nuestras parroquias, retornan entusiasmados de la Jornada Mundial de la Juventud, o de una peregrinación a Lourdes, o de Taizè, o después recorrer un buen trecho del Camino de Santiago? Quizá en estas experiencias se halle la respuesta a muchas de nuestras preguntas. Antes habrá que hacer parejas creyentes. “Esta es la cuestión”. La cuestión previa y fundamental.
Monseñor Josep Angel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa

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