UN SANTO SIN IGUAL

¡Qué figura la de San José!
Aunque estos días tenemos dificultades en asegurar los post, no nos resignamos a dejar de compartir algo sobre nuestro querido San José a quien veneramos como a verdadero Padre y protector.
San José es el primer consagrado a Dios por María. ¿Tenía él proyectos de fundar una familia común? Lo suponemos, como suponemos que María le compartió esa llamada que ella sentía de consagrar su virginidad a Dios. "O contigo, o con ninguna" le diría José, y así él mismo consagró su propia virginidad a Dios con su esposa. 
San José es un patrón universal, de todos.
Es patrón de los padres (por algo hoy se celebra el día del padre) pero también de los esposos.

Es patrón de los consagrados, de los vírgenes, de los castos, custodio de la castidad de la Virgen Madre de Dios.
Es patrón de los educadores, y ¡cómo no!, si fue aquel a quien fue confiada la educación del Hijo de Dios hecho hombre.
Por ello es patrón de los seminaristas, los que quieren formarse para ser otros Cristos en la tierra, y es patrón de los sacerdotes, puentes entre Dios y los hombres.
Es patrón de los obreros, es patrón de los trabajadores autónomos. Es patrón de los ciudadanos, porque José no podía no implicarse en los asutos de la vida civil.
Es patrón de los moribundos y de la "buena muerte", él, que murió en compañía de Jesús y María.
Es patrón de la iglesia sobre la que vela como la gran familia de Dios en su Hijo Jesucristo.
Y en la actualidad es el patrón de bautismo de nuestro santo Padre Benedicto XVI, Joseph Ratzinger. 
A José elevamos hoy nuestros corazones, alabando al Señor por su ejemplo de entrega silenciosa, de eficacia en el servicio de Dios y de los hombres, por su piedad y su fe ante el gran misterio del que fue guardián y custodio: el misterio de un Dios hecho uno de nosotros, y en todo semejante a los hombres.
A él le confiamos las grandes intenciones del mundo y de la Iglesia, las nuestras personales y las de nuestras familias.

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