Tiempo de transformación

 "No mostremos desaliento por nada, ni siquiera por nuestras propias faltas, antes bien una gran confianza en la Bondad y Misericordia de Dios" decía el P. Vallet.
Cuantas veces escuchamos, o decimos nosotros mismos cuando consideramos nuestras miserias: "¡Hay para desesperar!".
Pues ¡no!. ¡Nunca!
Y si no, ¿para que esta Cuaresma que nos está entrenando a dejarnos purificar por esa Bondad y Misericordia de Dios manifestada en Cristo?
Este tiempo es una invitación a cambiar, a dejarnos transformar. Es en la medida en la que dejamos activamente actuar la gracia en nosotros que todo cambia entorno nuestro. ¿O no lo habéis experimentado? Tantos años pensando que tal persona o tal situación debía cambiar y resulta que desde que yo voy transformándome, la cosa es diferente. ¿A que sí lo habéis experimentado?
Un mundo nuevo vendrá, si nos vamos convirtiendo en esos "hombres nuevos" de los que habla San Pablo, "creados por Dios en la justicia y santidad verdaderas"
 Revestir el hombre viejo no se hace sin pena. Seguro que conocéis el ejemplo del Cardenal Van Thuan cuya causa de beatificación se abrió el pasado mes de octubre. Cuadjutor del arzobispo de  Hô Chi Minh- Ville, Thuan fue prisionero durante 13 años, sometido a la tortura y a la celda de aislamiento. Un día en 1976, mientras se entristecía de no ser útil a sus fieles, y se sentía hundido, recibió en la oración esta luz: "existe la obra de Dios, y por otro lado está Dios mismo". Todo se le iluminó en ese instante. Si n podía obrar por Dios directamente podría buscar a Dios más íntimamente. ¿Cómo? Con su amor, su oración, el ofrecimiento de sus sufrimientos unidos a los de Jesús. Ninguna celda podría aislarle del Señor. Desde ese momento su vida fue iluminada por la esperanza.
Sí, los cristianos estamos llamados a amar en toda circunstancia, incluso en las más desafortunadas. Ahí tenemos los testimonios de los misioneros que están en medio de las populaciones sufrientes del Japón. Muchas veces no somos capaces de actuar sobre el mal, sanear el aire con el que respiramos.  

Más que gastar nuestras  enegías en desalentarnos sobre la mala suerte de tantos enfermos ¿por qué no visitar a este enfermo?. En lugar de lamentarme por las guerras ¿y si me reconciliara con mi vecino? Si me da grima la falta de cultura y de valores que percibo en nuestro mundo ¿por qué no me propongo de leer un poco más y de formarme con buenos libros? ¿Soy capaz de cortar con una letanía de lamentaciones entonando... las letanías a la Virgen María, por ejemplo? 
La caridad de la oración siempre es posible: alabar, ofrecer, suplicar. Si rezamos, a nosotros también el Espíritu Santo nos soplará el bien que está a nuestro alcance: ayudar a los pobres, meditar la Escritura, recurrir al sacramento de la penitencia - ¿qué hay de más eficaz para disminuir el mal presente? - asistir más a menudo a Misa o a una adoración. 
 En definitiva. Trabajar por el Reino de Dios en nosotros y en nuestro entorno. Por que abrirnos al amor de Dios, es abrir el mundo entero al amor. Y esto ¡vale la pena!
La cosa es clara. Cada uno puede responder a esta gracia de Cuaresma, reduciendo el mal que está en él. Si así lo hacemos, en la mañana de Pascua el mundo será realmente mejor, transformados por la victoria de Cristo.
Cristo que nos dice: "En el mundo tendréis tribulación.Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo."Jn 16, 33

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