TODA PARA TODOS


Nada hay en ella austero, nada terrible; todo es suave. Mira con cuidado los Evangelios, y si acaso encuentras algo  a aquel de dureza o de reprensión desabrida o alguna señal de indignación, aunque sea leve, en María, tenla en adelante por sospechosa y recela el llegarte a ella. Pero si más bien (como es así en verdad) encuentras las cosas que pertenecen a ella llenas de piedad y de misericordia, llenas de mansedumbre y de gracia, da las gracias a misericordia aquel Señor que con una benignísima misericordia proveyó para ti tal mediadora que nada puede haber en ella que infunda temor. Ella se hizo toda para todos; a los sabios y a los ignorantes, con una copiosísima caridad, se hizo deudora. A todos abre el seno de la misericordia, para que todos reciban su plenitud; redención el cautivo, curación el enfermo, consuelo el afligido perdón el pecador...; en fin, toda la Trinidad gloriosa, y la misma persona del Hijo recibe de ella la sustancia de la carne humana, a fin de que no haya quien se esconda de su calor.

San Bernardo




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