SER ACTIVOS EN EL BIEN
Este Mes misionero extraordinario quiere ser una sacudida que nos impulse a ser activos en el bien. No notarios de la fe y guardianes de la gracia, sino misioneros.
Se hace uno misionero viviendo como testigo: testimoniando con nuestra vida que conocemos a Jesús. Es la vida la que habla. Testigo es la palabra clave.
«Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7). Ama una Iglesia en salida. Pero debemos de estar atentos: si no está en salida no es Iglesia. Una Iglesia en salida, misionera, es una Iglesia que no pierde el tiempo en llorar por las cosas que no funcionan, por los fieles que ya no tiene, por los valores de antaño que ya no están. Una Iglesia que no busca oasis protegidos para estar tranquila; sino que sólo desea ser sal de la tierra y fermento para el mundo. Esta Iglesia sabe que esta es su fuerza, la misma de Jesús: no la relevancia social o institucional, sino el amor humilde y gratuito.
Se hace uno misionero viviendo como testigo: testimoniando con nuestra vida que conocemos a Jesús. Es la vida la que habla. Testigo es la palabra clave.
«Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7). Ama una Iglesia en salida. Pero debemos de estar atentos: si no está en salida no es Iglesia. Una Iglesia en salida, misionera, es una Iglesia que no pierde el tiempo en llorar por las cosas que no funcionan, por los fieles que ya no tiene, por los valores de antaño que ya no están. Una Iglesia que no busca oasis protegidos para estar tranquila; sino que sólo desea ser sal de la tierra y fermento para el mundo. Esta Iglesia sabe que esta es su fuerza, la misma de Jesús: no la relevancia social o institucional, sino el amor humilde y gratuito.
Nadie está excluido de la misión de la Iglesia. Sí, en este mes el Señor
te llama también a ti. Te llama a ti, padre y madre de familia; a ti,
joven que sueñas cosas grandes; a ti, que trabajas en una fábrica, en un
negocio, en un banco, en un restaurante; a ti, que estás sin trabajo; a
ti, que estás en la cama de un hospital…
El Señor te pide que te
entregues allí donde estás, así como estás, con quien está a tu lado;
que no vivas pasivamente la vida, sino que la entregues; que no te
compadezcas a ti mismo, sino que te dejes interpelar por las lágrimas
del que sufre.
Ánimo, el Señor espera mucho de ti. Espera también que
alguien tenga la valentía de partir, de ir allí donde se necesita más
esperanza y dignidad, allí donde tanta gente vive todavía sin la alegría
del Evangelio. “¿Pero tengo que ir solo?”. No, esto no funciona. Si
tenemos en la mente el hacer la misión con organizaciones empresariales,
con planes de trabajo, no funciona.
El protagonista de la misión es el
Espíritu Santo. Es el protagonista de la misión. Tú vas con el Espíritu
Santo. Ve, el Señor no te dejará solo; dando testimonio, descubrirás que
el Espíritu Santo llegó antes de ti para prepararte el camino.
Ánimo,
hermanos y hermanas; ánimo, Madre Iglesia: ¡Vuelve a encontrar tu
fecundidad en la alegría de la misión!
Papa Francisco, 30 de septiembre 2019
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A la hora de expresarse tengamos en cuenta la ley de la Caridad