EL REGOCIJO DEL ENCUENTRO CON DIOS

Os compartimos un precioso testimonio de una ejercitante de nuestro retiro de cinco días de este mes de Agosto

 

 

 

Han sido unos días vividos intensamente y en silencio, que yo diría que es la mejor medicina para el alma, pues estando concentrado, meditando y saboreando la esencia de la oración, de las charlas y meditaciones, etc.  Descubres al verdadero Dios, y sientes el regocijo de ese encuentro.

Todos los seres humanos aspiramos a la felicidad, pero nuestro interés está volcado en las cosas materiales, y como nuestro espíritu no se sacia con ellas, anhelamos y buscamos tener más y más. Es a través de los Ejercicios Espirituales cuando descubres que la felicidad está en las pequeñas cosas de la vida, pero sobretodo, descubres que te sientes amada por el Señor y con esto basta.

Vivimos muy supeditados a las nuevas tecnologías, tanto es así, que sin ellas no sabemos desenvolvernos en nuestro vivir cotidiano. Éstas se han convertido en nuestro Dios. Por ejemplo, el móvil se ha convertido en nuestro compañero inseparable, hablando con los que viven lejos, pero dejando de hablar con el vecino u otras personas próximas. Y como esto, tantas otras cosas que se han convertido en imprescindibles, de alguna manera hemos perdido la naturalidad y la espiritualidad.

Por eso estamos a tiempo de volver a la naturalidad y como personas humanas y sensibles, hemos de saber desconectar de tanta materia y elevar nuestros pensamientos al Todopoderoso creador del cielo y de la tierra, admirando y contemplando la belleza de la creación, las montañas, los ríos, los árboles y las flores….

Y sobretodo, la creación del hombre, que Dios nos ha dotado de un alma inmortal y de un gran cerebro para pensar, hablar y saber discernir lo que es efímero de lo que es transcendental.

No podemos olvidarnos que hemos sido creados por el Dios y le hemos de estar agradecidos por todos los dones que de Él hemos recibido.

Si nos lo proponemos, podemos adquirir hábitos para estar más cerca de Dios y le hemos de estar agradecidos, por todos los dones que de Él hemos recibido.

Si nos lo proponemos podemos adquirir hábitos para estar más cerca de Dios y de los demás. Descubriremos en cada uno, cualidades y virtudes y las potenciaremos y ensalzaremos para que las buenas formas se difundan.

Una buena forma de orar es prestar ayuda y atención a aquellos que lo necesitan. Porque en cada uno se encuentra Dios.

Bienve Rodriguez


 

 

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