Una experiencia privilegiada

 

Se acerca la Navidad; recién salido del monasterio, con la pandemia y restricciones se complican las salidas y escapadas a la naturaleza y lugares adecuados donde retirarse a discernir el estado de vida.

Ya hacía tiempo que el Mosén de la Parroquia me había sugerido los retiros espirituales ignacianos que se predican en la Casa de retiros de Montserrat de las Hermanas Cooperadores de Caldes de Montbui; esta opción era un as en la manga para el momento oportuno y, al parecer, la partida iba a exigir su destape.

Se acerca la Navidad y puede ser una buena ocasión; los monasterios están cerrados y siento la necesidad de hacer unos ejercicios ignacianos para seguir el discernimiento, así que, entro en la página web y veo que en plena navidad hay programado un retiro de 5 días.

Sin dudarlo hago la reserva.

Creo hacer una buena preparación en el adviento y viviendo en familia la Navidad; días antes de las fechas señaladas para los ejercicios, recibo una llamada de la Hermana María Lourdes: me comunica que soy el único inscrito y que, por tanto, los ejercicios serán dados por ella misma en exclusiva para mí y me pregunta si tengo algún inconveniente; su modo de planteármelo no me hacen dudar: “ningún inconveniente”, le digo convencido.

Sentí un pesar al ver cómo otras almas dejaron de ir o no se llegaron a apuntar; sin embargo no pude evitar sentir que estaba siendo un privilegiado; sin desmerecer el ejercitar con otros hermanos fe,  lo cierto es que la idea de hacer mis primeros ejercicios ignacianos con predicación y acompañamiento exclusivo, lo acojo con gozo y privilegio, un regalo del cielo.

Curioseando la página web de la casa veo un enlace con una entrevista a la Hermana María Lourdes en Radio Estel, lo que me ofrece conocimiento sobre la persona que va a predicarme los ejercicios en exclusiva para mi y …siento en mi corazón: “esto promete¡¡”

Llego a la Casa de Caldes y el recibimiento no puede ser mejor, me hacen sentir como en casa como ya os podréis imaginar; ante la ausencia de huéspedes no dudan en reservarme la mejor estancia del lugar.

Rápidamente empezamos con las charlas y predicaciones, principio y fundamento , el pecado etc, con rigor y siguiendo las reglas de San Ignacio y, además, en una predicación en exclusiva y personalizada a mis necesidades espirituales del momento,  al ser el único ejercitante.

El entorno para los ejercicios es idóneo y privilegiado; la estructura harmónica de la casa de retiros, con elementos propios de un monasterio (forma rectangular, claustro y unos bonitos y amplios jardines para pasear, rezar el rosario) la bonita y acogedora capilla para el encuentro, oración y meditación con el Señor y, además, en estos días, con el añadido de un precioso Pesebre de Navidad a los pies del altar.

Siguen las charlas y meditaciones y -unido a la recepción de sacramentos- todo conduce a aquella paz donde el Señor puede interpelarnos y hacer en nosotros; los paseos a mediodía por los jardines para el rezo del rosario son inmejorables, las invocaciones musicadas al Espíritu Santo…

Un gran momento más del día es el trayecto a la Iglesia de Caldes de Montbui por las tardes -con oraciones en el camino- antes de la hora de cenar y, por supuesto, la celebración de la Santa Misa en compañía de las hermanas de la comunidad en la Iglesia del pueblo.

Los momentos en la habitación son también importantes para la meditación y la oración; la ausencia de esa maldición contemporánea llamada “móvil” -nuca agradeceré lo suficiente a la hermana María Lourdes su “consejo” de confiscarlo- y que, entre otras cosas, me permitieron la posibilidad de escuchar con un reproductor música adecuada o la vida relatada de San Francisco Javier.

Animo encarecidamente a todos aquéllos que queráis una experiencia de Dios acudáis a la Casa de las CPCR, allí está Él con ellas y con todo aquél que acuda con el corazón abierto¡¡

Un abrazo a toda la gran familia CPCR¡¡¡

 

Raúl

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