El ángel guardián
El ángel guardián o custodio sí existe, no es una doctrina fantasiosa
sino un compañero que Dios ha puesto a cada uno en el camino de la vida.
Las lecturas del
día presentan dos imágenes: la del ángel y la del niño. Dios
ha puesto a nuestro lado a un ángel para custodiarnos. Si alguno de nosotros creyera que puede caminar solo, se
equivocaría tanto, que caería en esa equivocación tan fea que es la
soberbia, o sea creer que se es grande, autosuficiente.
Mientras Jesús enseña a los apóstoles que hay que
ser como los niños. Los discípulos discutían acerca de quién era el más
grande entre ellos: había una disputa interna… el afán de hacer
carrera, ¡eh! Estos que son los primeros obispos tenían esa tentación de
hacer carrera. ‘Eh, yo quiero llegar a ser más grande que tú…’.
No es un buen ejemplo lo que hacían los primeros obispos, pero es la
realidad. Y Jesús les enseña la verdadera actitud, la de los niños: la
docilidad, la necesidad del consejo, la necesidad de la ayuda, porque
el niño es, precisamente, el signo de la necesidad de ayuda, de
docilidad para ir hacia adelante… Éste es el camino. No quien es más
grande.
Los que se acercan a la actitud de un niño están más cerca de la
contemplación del Padre, porque escuchan con el
corazón abierto y dócil al ángel custodio.
Todos nosotros, según la tradición de la Iglesia, tenemos un ángel con
nosotros, que nos custodia, nos hace sentir las cosas. Cuántas veces
hemos escuchado: ‘Pero… esto… debería ser así, esto no va, debes estar
atento…’: ¡tantas veces! Es la voz de nuestro compañero de viaje. Estar
seguros de que él nos llevará hasta el final de nuestra vida con sus
consejos, y por eso dar escucha a su voz, no rebelarnos … Porque la
rebelión, las ganas de ser independiente, es una cosa que todos nosotros
tenemos; es la soberbia, la que tuvo nuestro padre Adán en el Paraíso
terrenal: la misma. No te rebeles: sigue sus consejos.
Nadie camina solo y ninguno de nosotros debe pensar que está solo porque este compañero está siempre.
Y cuando nosotros no queremos escuchar su consejo, escuchar su voz, es
como decirle: ‘¡Pero, vete, vete!’. Echar al compañero del camino es
peligroso, porque ningún hombre, ninguna mujer puede aconsejarse a sí
mismo. Yo puedo aconsejar a otro, pero no puedo aconsejarme a mí mismo.
Está el Espíritu Santo que me aconseja, está el ángel que me aconseja.
Por eso tenemos necesidad. Esta no es una doctrina sobre los ángeles un
poco fantasiosa: no, es realidad. Lo que Jesús, lo que Dios, ha dicho:
‘Yo envío un ángel ante ti para custodiarte, para acompañarte en el
camino, para que no te equivoques’”.
Hoy, haría la pregunta: ¿cómo
es mi relación con el ángel custodio? ¿Lo escucho? ¿Le digo buen día, a
la mañana? ¿Le digo: ‘custódiame durante el sueño?’.¿Hablo con él? ¿Le
pido consejo? Él está a mi lado. Esta pregunta podemos responderla hoy,
cada uno de nosotros: ¿Cómo es mi relación con este ángel que el Señor
ha enviado para custodiarme y acompañarme en el camino, y que ve siempre
el rostro del Padre que está en los cielos?.
Papa Francisco, 2 octubre 2014
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