SIN EL ESPÍRITU SANTO....
Realmente sorprende un poco
el cambio que nos propone la liturgia: viernes celebrábamos la Epifanía,
contemplábamos como los magos de oriente adoraban al niño Jesús, y hoy celebramos
el bautismo del Señor.
Sorprende, pero, hace
falta recordar que esta fiesta forma parte del tiempo de Navidad, con esta fiesta
se acaba el tiempo de Navidad. Y, ante esto, es inevitable preguntarnos, ¿por
qué la liturgia quiere vincular la Navidad y la fiesta del bautismo del Señor?
La respuesta es clara:
esta fiesta nos ayuda a cerrar con coherencia el Tiempo Litúrgico de la Navidad.
Esta fiesta ilumina, da luz, a todo lo que hemos vivido y celebrado estos días.
Me explico...
En
la homilía del día de Navidad, hablábamos de la admiración ante un Dios que se hace
un niño. Decíamos que era algo inimaginable, sorprendente, impensable. Y después de unos días
contemplando este acontecimiento, surge la pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué Dios se
hace hombre? Y la respuesta la tenemos hoy, en esta fiesta del Bautismo del Señor:
Dios se hace hombre para comunicarnos su Espíritu. Dios se hace hombre para que
Jesús nos pueda bautizar con el Espíritu Santo.
Así, con una clara referencia
al Espíritu Santo, acaba estos tiempos fuertes de Adviento y Navidad. Si miramos
qué pasa con el otro tiempo fuerte: Cuaresma y la Pascua, veremos que culminan con
Pentecostés, donde Jesús nos comunica su
Espíritu.
Es bastante significativo:
los dos grandes tiempos litúrgicamente fuertes acaban con una referencia
clarísima al Espíritu Santo. Esto es porque la vida cristiana se desarrolla en el
Espíritu Santo y por el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el
gran desconocido, lo tenemos poco presente. En cambio, es determinante para vivir nuestro cristianismo. ¡La liturgia nos lo deja
muy claro!
Sin el Espíritu Santo no
entendemos qué celebramos en la Navidad, porque es Él quien da la sabiduría...
Sin el Espíritu Santo,
de lo contemplado y vivido estos días, no surge ningún propósito, porque es Él
quien fortalece nuestra voluntad.
Sin el Espíritu Santo,
todo continúa igual, porque es Él la fuente de la creatividad cristiana.
La liturgia nos quiere llevar
a descubrir y dar relieve e importancia en nuestra vida al Espíritu Santo.
El papa Francisco en la homilía
anterior del día de hoy, decía:”no olvidéis invocar a
menudo al Espíritu Santo, todos los días. Podéis hacerlo, por ejemplo, con esta
sencilla oración: «Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y
enciende en ellos el fuego de tu amor».
Hoy, en el evangelio, vemos
que Jesús está lleno del Espíritu Santo, y ¡es este espíritu que Jesús nos quiere
comunicar! Es una realidad digna de ser pensada, rezada, contemplada: estamos
habitados por el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Jesús. En nosotros
habita el Espíritu Santo. Pero, esta presencia será más fuerte e intensa en la
medida que nosotros seamos más conscientes de ello. Por esto, es una pena que el
Espíritu Santo, sea el gran desconocido.
Y, todo esto, da un nuevo
sentido a una expresión muy repetida durante el Adviento y la Navidad: “Dios con
nosotros”. Esta expresión referida, en principio, a la Navidad, ahora coge un
nuevo sentido: “Dios con nosotros”, se refiere a esta presencia del Espíritu Santo,
el Espíritu de Dios, en nosotros. Ahora el “Dios con nosotros”, que antes nos hacía
mirar la cueva de Belén, ahora, nos lleva a mirar nuestro interior. “Dios con
nosotros”, por obra y gracia del Espíritu Santo. ¡Invoquémoslo! ¡¡Hagámonoslo cercano!!
Francesc Jordana
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