¿QUIERES SER FELIZ? ALÉGRATE....DE TI DEPENDE!!
Si preguntamos a la gente qué
es necesario para ser felices, nos encontraremos respuestas como: la salud, siempre
todos dicen primero la salud, el trabajo, la familia, la amistad, el dinero, el
poder, el prestigio. Son las respuestas habituales, comúnmente aceptadas. Pues,
yo no estoy de acuerdo. Por tres motivos, el tercero es el de más peso:
1. Niego que estas cosas nos hagan
felices, porque todos conocemos gente que tiene salud y es infeliz. Y los que
visitamos enfermos sabemos bastante bien que hay personas enfermas muy felices.
Es más, es que ni la suma de más factores da más felicidad: todos conocemos
personas que tienen salud, trabajo y familia, y viven tristes y amargados en su
interior.
2. Segundo motivo por el cual
no estoy de acuerdo. Todas estas cosas que he dicho no dependen totalmente de uno
mismo. Tener buena salud no depende de mí. Tener trabajo no depende de mí. Que
la familia vaya bien, no depende de mí. ¿Cómo podemos hacer depender nuestra
felicidad de cosas que no dependen de nosotros? Mal camino éste.
3. El tercer motivo por el cual
no estoy de acuerdo con que estos factores nos harán felices es porque Jesús no
va por este camino, sino por otro. ¡Él es el Maestro!
Hoy Jesús nos indica el camino
para ser felices. ¡¡Nueve veces dice la palabra dichosos!! ¡¡Hoy escuchamos el
planteamiento, la propuesta de Jesús para ser felices!! ¡¡Prestemos atención!!
A veces, cometemos el error de
escuchar las bienaventuranzas como una poesía bonita, ¡¡son unas palabras tan
poéticas...!! Nos quedamos en la poesía y no en el contenido que Jesús nos
transmite por ellas. Jesús en las bienaventuranzas nos transmite un programa de
vida, concreto, no abstracto.
Me centraré en cinco de ellas,
donde queda más claro lo que quiero decir:
“Dichosos los pobres en el espíritu”. Nadie nace humilde, puedes
nacer tímido, pero, no humilde. Todos nacemos con una tendencia a alimentar nuestro ego, a engrandecer nuestro
ego. Queremos felicitaciones, reconocimientos, aplausos, prestigio. El humilde se trabaja a sí mismo para evitar
estos deseos. Nada poético y una cosa muy concreta.
“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”.
Justo se entiende aquí como aquel que mira de ajustarse a lo que Dios quiere. Por
tanto, no se conforman como están. Tienen hambre y sed de crecer, de avanzar, de
ajustarse cada vez mejor a lo que Dios quiere, de ser santos. Y esto, pide un
trabajo constante, poca poesía y mucho trabajo.
“Dichosos los misericordiosos”. Misericordia significa
dejar entrar la miseria del otro en ti y actuar. No es un sentimentalismo. Es
una experiencia interior que te lleva a actuar. Jesús después de compadecerse,
verbo que más se asocia a Jesús, siempre actúa. El misericordioso y compasivo es
un hombre de acción.
“Dichosos los limpios de corazón”. Qué difícil es tener el corazón
limpio, y que no habiten: rencores, malos pensamientos, negativismos, etc. ¡¡Qué
difícil!! Sólo aquel que mira en su interior, pide luz, implora la gracia del
perdón, tendrá el corazón limpio. ¡¡Te lo trabajas!!
“Dichosos los que trabajan por la paz”. Poner paz es una
acción. En este mundo con tantas desavenencias, discusiones, críticas,
murmuraciones, ser de los que ponen paz es un no parar. ¡¡Últimamente se les
está girando mucho trabajo!!
¡Las bienaventuranzas no son
poesía! Son un programa de vida. Jesús nos asegura la felicidad, si en todos
estos ámbitos ¡¡trabajas!!, ¡¡haces cosas!!, ¡¡te lo elaboras!! ¡El mensaje de
Jesús nada más alejado de la quietud o del pietismo!
¡¡Es un programa de acción!! Y
que depende de ti. Por tanto, ¡Jesús pone tu felicidad en tus manos! De ti depende.
Oremos las bienaventuranzas y
pidamos la gracia de entenderlas y vivirlas cada día más plenamente.
Francesc Jordana
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