PARA ENTENDER EL AÑO LITURGICO
El Año Litúrgico puede decirse que se compone de tiempos
“fuertes” (Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua) en los cuales se celebra un
misterio concreto de la historia de la Salvación y otro tiempo
llamado Tiempo Ordinario en el cual no se celebra ningún aspecto concreto sino
más bien el mismo misterio de Cristo en su plenitud, especialmente en los domingos.
Este Tiempo Ordinario transcurre partido y dura treinta y tres o treinta y
cuatro semanas.
TIEMPO DE ADVIENTO: El año litúrgico comienza en las
vísperas del primer domingo de Adviento, que es siempre el domingo más cercano
al día 30 de noviembre, festividad de San Andrés. Dura cuatro semanas con sus
respectivos domingos.
TIEMPO DE NAVIDAD: Abarca desde el veinticinco de
diciembre hasta el domingo posterior a la Epifanía (6 de enero). Ese
domingo celebramos el bautismo del Señor.
TIEMPO ORDINARIO: PRIMERA PARTE. Abarca desde el lunes
posterior a la fiesta del Bautismo del Señor hasta el martes anterior al
Miércoles de Ceniza.
TIEMPO DE CUARESMA: La Cuaresma, tiempo de preparación
para la Pascua de Cristo, es un tiempo claramente penitencial. "Actualmente,
el cómputo matemático hace de nuestra Cuaresma un período de cuarenta y cuatro
días, incluidos el miércoles de Ceniza y el Jueves Santo". Incluye
cuarenta días de penitencia, excluyendo los cinco domingos de Cuaresma y el de
Ramos (el domingo siempre es día festivo) y añadiendo los días del Viernes y
Sábado Santo, ya en pleno Triduo Pascual. En sentido estricto, la Cuaresma abarca
desde el miércoles de Ceniza hasta la misa vespertina de la Cena del
Señor del Jueves Santo (NUALC 29).
SEMANA SANTA: Es la semana que abarca desde el Domingo de
Ramos en la Pasión del Señor hasta la Vigilia Pascual del
Sábado Santo. Incluye al Triduo Pascual, que comienza con la Misa vespertina
en la Cena del Señor, del Jueves Santo y se prolonga Viernes,
Sábado Santo y el Domingo de Resurreción. Triduo del Señor muerto,
enterrado y resucitado. Es un error muy extendido hoy día seguir llamando
Domingo de Pasión al domingo anterior al de Ramos (V de Cuaresma) cuando hoy
día el domingo de Pasión es el mismo del de Ramos ya que se denomina Domingo de
Ramos en la Pasión del Señor.
TIEMPO PASCUAL: Abarca los cincuenta días posteriores a
Pascua de Resurrección (cincuentena pascual), incluyendo el domingo pascual, y
se distinguen tres períodos:
v Octava
de Pascua: son los ocho días posteriores y deben considerarse como un solo día
festivo. Termina en las Vísperas del II Domingo de Pascua.
v Tiempo
Pascual hasta la Ascensión
v Tiempo
Pascual después de la Ascensión.
El Domingo de Pentecostés, que se celebra a los cincuenta
días de Pascua, es el colofón del ciclo pascual, no debe pues considerarse como
una nueva Pascua.
TIEMPO ORDINARIO: (SEGUNDA PARTE). Abarca desde el
lunes posterior a Pentecostés hasta las Vísperas del primer domingo de
Adviento. El domingo anterior al primero de Adviento, último del Año litúrgico,
celebramos la solemnidad de Cristo Rey.
Los días que no son domingos de cualquier tiempo se llaman
ferias. Según la costumbre latina, el lunes recibe el nombre de "feria
segunda" y así sucesivamente hasta la feria sexta (viernes). Recuérdese el
nombre tan clásico y venerable de "feria V in CoenaDomini" al
Jueves Santo y el de "feria VI in Passione Domini" al
Viernes Santo. El sábado tiene su nombre propio heredado de los judíos (Sabbat que
significa descanso). El dies domínica, (kyriaké emera) es el
domingo, el día del Señor. Ese día fue el de la resurrección de Cristo. Así nos
lo cuentan los evangelistas (Mateo 28.1-7; Marcos 16. 1-8; Lucas 24.1-12; Juan
20. 1-10). Es también ese día el elegido por Jesús Resucitado para aparecerse a
sus discípulos en el camino de Emaús y en el Cenáculo. También al domingo se la
ha llamado el “octavo día” por los Padres de la Iglesia, haciendo
referencia al tiempo nuevo que abre la resurrección y en otro sentido se le ha
llamado el “tercer día” si se mira desde la perspectiva de la Cruz. De los
simbolismos expuestos considerarlo como primer día de la semana será el más
importante.
Terminamos con las palabras que la Constitución
Litúrgica del Vaticano II (S.C.) nos dice sobre el año litúrgico:
"La Santa Madre Iglesia considera deber suyo
celebrar con un sagrado recuerdo en días determinados a través del año la obra salvífica de
su divino Esposo. Cada semana en el día que llaman del Señor, conmemora su
resurrección, que una vez al año celebra, junto con su santa pasión, en la
solemnidad de la Pascua. Además, en el círculo del año desarrolla todo el
misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la
Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del
Señor. Conmemorando así los misterios de la redención, abre las riquezas del
poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto
modo, se hacen presentes en todo tiempo para que puedan los fieles ponerse en
contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación.
En la celebración de este círculo anual de los misterios de
Cristo, la santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de
Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de
su Hijo... Además, la Iglesia introdujo en el círculo anual el
recuerdo de los mártires y de los demás santos que, llegado a la perfección por
la multiforme gracia de Dios, y habiendo ya alcanzado la salvación eterna,
cantan la perfecta alabanza de Dios en el cielo e interceden por nosotros"
(SC. 102, 103, 104).
Fuente: Caminando con Jesús
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