LA SOLEDAD DEL PASTOR (Papa Francisco)
«El apóstol cuando es fiel no se espera otro final que el de
Jesús» afirmó Francisco. Efectivamente se da «el despojamiento del apóstol: es
desnudado, sin nada, porque ha sido fiel». Y tiene la misma sabiduría de Pablo:
«Solamente el Señor ha estado a mi lado», porque «el Señor no le deja y ahí
encuentra su fuerza». «El final de Pablo» es sabido: «Después de casi dos años,
viviendo así, en la incertidumbre, en esta lucha interna de la Iglesia, una
mañana llegan dos soldados, le apresan, le sacan fuera, le cortan la cabeza».
Pero ¿cómo puede terminar de esta manera —es natural
preguntarse— «un hombre tan grande que ha viajado por el mundo para predicar,
que ha convencido a los apóstoles de que Jesús ha venido también para los
gentiles, que ha hecho mucho bien, que ha luchado, que ha sufrido, que ha
rezado, que ha tenido la más alta contemplación?». Y sin embargo «esta es la
ley del evangelio: si el grano de trigo no muere, no da fruto, porque esta es
la ley que Jesús mismo nos indicó con su persona». Pero con la certeza de que
«después llega la resurrección».
«Uno de los teólogos de los primeros siglos —recordó el
Pontífice— decía que “la sangre de los mártires era la semilla de los
cristianos”». Porque «morir así como mártires, como testigos de Jesús», es
precisamente como «la semilla que muere y da el fruto y llena la tierra de
nuevos cristianos». Y «cuando el pastor vive así, no está amargado: quizás se
siente desolado, pero tiene esa certeza de que el Señor está a su lado». En
cambio, cuando «el pastor, en su vida, se ha ocupado de otras cosas que no son
los fieles —está, por ejemplo, pegado al poder, está pegado al dinero, está
pegado a las facciones, está pegado a tantas cosas— al final no estará solo,
quizás estarán los sobrinos esperando que muera para ver qué cosa se pueden
llevar».
Fuente: L’Osservatore Romano, viernes 21 de octubre de
2016
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