¿COMO NO SER FELIZ?
Todo lo que hemos vivido estos
días, es una locura, un grandísimo don de Dios, una cosa increíble, pero sin
resurrección, nada de nada.
Sin resurrección no venceríamos
la muerte. Todo acabaría en la muerte y, Sartre, tendría razón “Todo es
absurdo”. Sin resurrección, Jesús no podría comunicar el Espíritu Santo, y, por
tanto, no tendríamos su fuerza para vivir lo que nos propone. El evangelio, habría
quedado en una utopía, imposible de alcanzar.
La resurrección hace posible
el cristianismo, la propuesta cristiana. Por esto, forma parte de los misterios
centrales de la vida de Jesús: encarnación, pasión, muerte y resurrección.
Decía que todo lo que hemos
vivido estos días, es una locura, un grandísimo don de Dios, vale la pena hacer
memoria:
Jesús, Dios, se ha quedado con
nosotros en el pan y en el vino de la Eucaristía, y como el Buen Pastor, hace
camino con nosotros, nunca nos deja solos. ¡Locura de amor! ¡Qué don de Dios! ¿Cómo
no ser feliz?
Jesús, Dios, ha muerto por
nosotros, por cada uno de nosotros. ¡Locura de amor! ¡Qué don de Dios! ¿Cómo no
ser feliz?
Jesús, Dios, nos ha comunicado
su Espíritu. ¡¡El Espíritu de Jesús habita en nosotros!! ¡¡Estamos habitados por
Dios!! ¡¡Dios está en nosotros!! ¡¡Qué locura!! ¡Qué don de Dios! ¿Cómo no ser
feliz?
Y la presencia del Espíritu
del Hijo en nosotros, nos hace hijos de Dios. ¡¡Hijos de Dios!! ¡Qué honor! ¡Qué
dignidad! Qué experiencia creernos verdaderamente hijos de Dios. ¡Locura de amor!
¡Qué don de Dios! ¿Cómo no ser feliz?
Jesús, Dios, nos ha mostrado
que Dios es un padre. Los judíos no podían por respeto ni pronunciar el nombre
de Dios. Llega Jesús y se refiere a Él como Padre, “papa””abba”. Y, así nos
enseña a tratarlo como Padre entrañable y cercano. ¡¡Qué locura!! ¡Qué don de Dios!
¿Cómo no ser feliz?
Jesús, Dios, con sus enseñanzas,
nos abre el camino de la vida verdadera. Estamos hechos para amar, y sólo amando
somos felices. Y todas sus palabras, todas
sus enseñanzas, todas sus parábolas, todos sus gestos, llevan a amar a Dios
y al prójimo. Y con sus enseñanzas y con su Palabra nos ilumina el camino de la
vida. ¡Locura de amor! ¡Qué don de Dios! ¿Cómo no ser feliz?
¡¡Cuánta belleza!! ¡¡No hay
belleza igual!!
¡Cuánta locura!
¡Cuánto amor de Dios!
¡Cuánto don de Dios!
¡¡Cuántas posibilidades de
ser felices!!
Si estas realidades fueran contempladas, vividas por nosotros,
¡¡imposible no ser felices!! ¡¡Imposible!!
El don de Dios siempre
comporta la respuesta del hombre. De nosotros depende de que todo esto se quede
en una teoría preciosa o en una realidad vivida.
Podríamos decir que todas estas
realidades son “ya sí, pero, todavía no”. “Ya sí”: ya están a nuestro alcance, ya
Dios las ofrece. “Pero, todavía no”: nosotros no hemos hecho el paso, el acercamiento,
no nos hemos determinado a dejar que Dios sea Dios en nuestra vida. Y vamos haciendo...
“ya sí, pero, todavía no”...
¿Si viviéramos todo esto, seríamos
sólo cuatrocientas personas en nuestra comunidad, en un pueblo de dieciocho mil
habitantes?...
Que su locura, su don, entren
en nuestra vida, para ser realmente felices y hacer felices a los demás. ¡¡Porque
Dios nos ha creado para ser felices!!
FRANCESC JORDANA
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