SEAMOS VALIENTES, AUDACES!!
Queridos hermanos y hermanas,
En medio de estos días calurosos,
festivos, de relax, hoy las lecturas nos hablan de una dimensión muy importante
de la vida cristiana, pero, que no acaba de encajar con este ambiente en el que
estamos. Las lecturas nos hablan de la vida cristiana como combate, como lucha,
como acción.
En la primera lectura, al
profeta Jeremías por cumplir con su deber de profetizar lo que el Señor le hacía
saber, lo tiran a una cisterna llena de barro. ¿Cuántas veces, vosotros por hacer
lo que se ha de hacer, lo que Jesús nos ha enseñado, habéis recibido represalias? ¿Y qué? ¿Dejaremos
de hacer lo que en conciencia hemos de hacer? No. ¿Dejaremos de hacer lo que
Jesús nos enseña en el evangelio? ¡No! ¿Nos detendrán las represalias? No. ¿Dejó
Jeremías de profetizar lo que tenía que profetizar? No.
¿De qué nos habla todo esto? De
la dimensión de combate, de lucha de la vida cristiana. ¡Seamos valientes! ¡Audaces!
San Pablo abunda también en el
tema: “…fijos los ojos en … Jesús … “ Qué
gran frase... Miremos a Jesús. En las dificultades, miremos a Jesús. En las dudas
miremos a Jesús. Cuando no sepamos qué hacer, miremos a Jesús.
Continuemos “…fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que,
renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia…”. Así
como Jesús aceptó el suplicio de la cruz, aceptemos nosotros las represalias para
hacer lo que se ha de hacer, ¡lo que Jesús nos enseñó! ¡¡No tengamos vergüenza,
no tengamos miedo!! Dimensión de combate, de lucha, a pesar de las dificultades.
El papa
Francisco en la misa de la Jornada Mundial de la Juventud, decía: “hay un tercer obstáculo que Zaqueo tuvo que enfrentar, ya no en su
interior sino a su alrededor. Es la multitud
que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó:… sed más fuertes que el mal amando a
todos, incluso a los enemigos. Puede que se rían de vosotros, porque creéis en
la fuerza mansa y humilde de la misericordia. No tengáis miedo, pensad en
cambio en las palabras de estos días: «Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7).
Puede que os juzguen como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad….
No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la
esperanza y sois una bendición para la única familia humana.”
((Otras frases que decía después: “… podéis hacer surgir
una humanidad diferente, sin esperar a que os digan «qué buenos sois», sino
buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de
luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia. No os detengáis en la
superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la
apariencia, del maquillaje del
alma para aparentar mejores.”))
Seguir a Jesús conlleva lucha,
combate, acción. Aspecto que queda bien reflejado en el evangelio. Donde Jesús habla
de prender fuego, de crear división... ¿qué pasa, no?
Es
necesario explicar un poco, esto del fuego que si no parece que Jesús sea un
pirómano. El fuego es símbolo de Dios. Moisés vio una llama en la zarza como primera manifestación de Dios, la columna de
fuego y nube que acompaña al pueblo de Israel al desierto, era también una
manifestación de Dios, y en el Nuevo Testamento, la venida del Espíritu Santo, se
hace en formas de lenguas de fuego. El fuego es símbolo de Dios.
Cuando Jesús nos dice “He venido a prender fuego en el mundo, ¡y
ojalá estuviera ya ardiendo!”. Manifiesta una experiencia muy íntima
de su intensísimo deseo de que la vida de Dios llegue a todos y cuanto antes.
Jesús quiere que todos participen de la vida que Él ha venido a traer. Y Él sufre
cuando ve que esta vida es rechazada o aceptada parcialmente.
Este deseo de Jesús nos ha de llevar a la acción. ¡Ser fuego!
¡¡Trabajar para que todo queme!! Un ejemplo: Dentro de un mes empiezan las
inscripciones a la catequesis. Empezad a trabajar para que los niños y niñas
que os rodean, de tercero y cuarto de primaria, se apunten a la catequesis de iniciación
a la vida cristiana.
Para
acabar, es preciso hablar de esta división que nos ha venido a traer. Sólo Dios
puede hablar como lo hace hoy Jesús. Jesús sabe que en Él se encuentra la
plenitud del ser humano, todo hombre que se acerca a Cristo y se abre a su
acción, llega a su plenitud como
persona, pero, Jesús también sabe que no todos acogerán su proyecto de
vida, y esto, generará divisiones entre los que lo han acogido y los que no. Por
esto, dice que ha venido a traer la división... es inevitable... Que no nos
escandalice la división por causa de Jesús. ¡¡Ya Él la anunció!!
¡¡Así que calurosos, festivos, pero, también combativos y
activos!!
Francesc Jordana
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