TRES IDEAS
Tres ideas a partir del evangelio de hoy:
Primera idea:
En esta parábola aparece un propietario
curioso. Lo digo porque su preocupación primera son los trabajadores: desea que
tengan trabajo, no quiere que ninguno esté desocupado, quiere que todos se realicen
como trabajadores, les sale a buscar repetidamente (¡hasta cinco veces sale a
buscarlos, en un día!), y paga a todos un sueldo que les permita vivir, aunque
algunos hayan trabajado sólo una hora. ¡Los trabajadores son su preocupación primera!
Encuentro que esta manera de hacer es una
lección muy importante para nosotros, y para nuestra sociedad. La manera de hacer
del propietario nos dice: lo primero es el hombre, la persona, el trabajador.
La preocupación primera del sistema económico ha de ser el bien de la persona,
no los beneficios de las empresas.
Mirar de hacer que la economía funcione,
sin mirar el bien del hombre, de la persona, es un grandísimo error que hoy en
día el sistema capitalista está cometiendo, y este error es fuente de innombrables
injusticias.
El Papa Francisco en Evangelii Gaudium dice:
“...hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la iniquidad».
Esa economía mata. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de
consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del
«descarte.” (Punto 53).
Punto 55. “…La crisis financiera que
atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis
antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!”.
El hombre, el bien del hombre, es
necesario que esté situado en el centro del sistema económico. Principio de
Doctrina social de la Iglesia.
Segunda idea:
Reconocédmelo: No acabamos de entender a
este propietario que da lo mismo a los de la primera hora y a los que sólo han
trabajado una hora. No le entendemos.
Esta parábola nos dice que la salvación
cristiana no depende del tiempo que hemos estado trabajando, no depende de las
muchas o pocas obras buenas que hemos hecho, sino que la salvación cristiana
depende del amor incondicional e inconmensurable y generoso de Dios.
¿Dios es injusto, entonces? En cierta
manera sí que lo es... Pero, es injusto por exceso y no por defecto. El
conflicto no viene provocado porque Dios haya sido injusto con los trabajadores
de la primera hora, sino porque ha sido “demasiado generoso” con los de la
última.
Si no descubrimos la maravilla de esta “injusticia
divina” que se llama Amor, no gustaremos la salvación de Dios.
Y como colofón de esto, dejo una pregunta
en el aire, ¿hago cosas para salvarme,... o porque me siento salvado hago cosas?
Si hago cosas para salvarme, me sabe mal que los demás que han trabajado menos reciban
lo mismo que yo. Si me siento salvado, experimento alegría ante la suerte de los
que han trabajado menos y reciben lo mismo que yo. ¿Hago...?
Tercera idea:
“Id también vosotros a mi viña”... El
llamamiento del Señor Jesús «Id también vosotros a mi viña» no cesa de resonar
en el curso de la historia desde aquel lejano día: se dirige a cada hombre que
viene a este mundo”. Son palabras de San Juan Pablo II en la Exhortación
Apostólica Christifideles Laici (Laicos fieles a Cristo).
Jesús hoy nos llama a trabajar en su viña.
No podemos desatender esta llamada...
De la importancia de esta llamada nos habla
de que el propietario de la viña ha salido cinco veces a buscar trabajadores: “al
amanecer salió”, “salió otra vez a media mañana”, “salió de nuevo hacia
mediodía y a media tarde e hizo lo mismo”, “salió al caer la tarde”…
¿¿Nos sentimos llamados a trabajar en su
viña?? ¿¿Lo estamos haciendo??
Dice San Gregorio Magno: “Fijaos en
vuestro modo de vivir, queridísimos hermanos, y comprobad si ya sois obreros
del Señor. Examine cada uno lo que hace y considere si trabaja en la viña del
Señor”.
Dice San Juan Pablo II a Christifideles
Laici: “Si el no comprometerse siempre ha sido algo inaceptable, el tiempo
presente lo hace aun más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”.
¡Que el Señor nos dé la luz y la fuerza para
trabajar en su viña!
Francesc Jordana
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