MIRANDO A JESÚS PODEMOS HACER COSAS IMPOSIBLES
Recuerdo cuando era seminarista que una de las primeras veces
de estar en Poblet, monasterio cisterciense, un amigo y yo le habíamos pedido a
un monje que nos hablara de la plegaria. Y nos hizo una charla preciosa y
espectacular de cuarenta y cinco minutos. Hace unos años fui por motivos de amistad
a una cartuja a pasar unos días. El monje que me atendió me dijo:”si necesita
algo o tiene alguna pregunta me lo dice” y
marchó... El segundo día me dije a mí mismo: “ya que estás aquí pregúntale
alguna cosa interesante, poder hablar y escuchar a un cartujo no es demasiado
habitual”. Me acerqué a él y le pedí lo mismo, le dije: “¿podría hablarme de la oración?”. Y me
dice: “Sí. Escuche a Dios” y se fue.
¡¡Interesantísimo!! De todo lo que se puedes decir de la plegaria,
a este monje cartujo, lo más importante le parecía la necesidad de escuchar a Dios.
¿Cómo escuchar a Dios? O dicho de otra manera... ¿Cómo habla
Dios?... La primera lectura nos hace una catequesis extraordinaria. Dios no habla
en el viento fuerte, Dios no habla en el terremoto, Dios no habla en el fuego...
¿Qué quieren decir estas expresiones? Queremos decir que Dios
no habla con acciones y manifestaciones espectaculares y que nos dejan boquiabiertos.
Puede pasarnos que a veces, esperamos de Dios unas manifestaciones que no le
son propias... Y como que Dios no se manifiesta como yo espero que lo haga, entonces
pierdo la fe. Un ejemplo: puede pasar que a veces esperamos de Dios que se
manifieste como un gran solucionador de problemas, y cuando no lo hace perdemos
la fe.
Dios no habló en el viento fuerte, Dios no habló en el terremoto,
Dios no habló en el fuego... “Después del fuego, se oyó una brisa tenue”. ¡¡Aquí
Dios sí que habló!!
¡Qué imagen tan sugerente! “se oyó una brisa tenue”... No es
fácil captar el sonido de una brisa suave.
Si estás moviéndote no lo captas. Si estás distraído no lo
captas. Si estás atareado no lo captas.
Es necesario estar en silencio y atento para captar el sonido
de una brisa suave aire suave. Hace falta una actitud de serenidad, de paz, de
mirada atenta, para captarlo. Ahora en el verano cuando tenemos más tiempo,
miremos de hacer este silencio que nos permite escuchar a Dios. Ante un Dios
que habla hace falta un fiel que escuche... y Dios habla...
Pasemos al evangelio. A mí, esta escena me ilumina mucho en
mi praxis ordinaria. Mientras Pedro confía en Jesús y mira a Jesús, anda sobre el
agua, hace una cosa imposible. “Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el
agua, acercándose a Jesús”. En el momento que Pedro presta más atención a la fuerza
del viento y deja de mirar a Jesús, se hunde. “Pero, al sentir la fuerza del
viento, le entró miedo, empezó a hundirse”.
Confiando en Jesús, mirando a Jesús, teniendo fe, podemos hacer
cosas imposibles, cosas que humanamente no podríamos esperar, cosas sorprendentes.
¡Sí, las podemos hacer!
Pero, si en lugar de mirar a Jesús, de confiar en él, nos centramos
en las dificultades, en nuestras limitaciones, en lo mal que está el mundo, entonces,
nos hundimos.
No nos hundimos porque haya muchas dificultades, o nosotros
seamos poca cosa, o porque el mundo esté fatal, nos hundimos porque tenemos
poca fe, miramos poco a Jesús, confiamos poco en él. “¡Qué poca fe! ¿Por qué has
dudado?”
Segunda idea del evangelio: para caminar sobre el agua Pedro
ha tenido que salir de la barca. Hagamos una interpretación simbólica de este
“salir de la barca”. Quiere decir:
. Abandonar seguridades
. Salir de la zona cómoda
. Atreverse a hacer una cosa diferente
. Atreverse a hacer una cosa diferente
. Hacer un acto de fe, no confiar en uno mismo, sino en Dios.
Se está muy bien en la zona cómoda, en la zona segura, que
no pide ningún tipo de esfuerzo. Pero, nos hace falta salir de la barca para
poder hacer cosas imposibles… Jesús nos llama como a Pedro, a salir de la barca,
de nuestras seguridades... Hace falta pedir mucha luz…
Cada uno sabe de su vida… cada uno conoce sus zonas cómodas y
cada uno intuye en qué tendría que mirar de salir de la barca y caminar sobre el
agua…
Acabo ya, Dios no habla en el huracán, Dios no habla en el
terremoto, Dios no habla en el fuego... sino en un hombre que camina sobre las
aguas y que nos invita a salir de la barca, caminar con él y a hacer prodigios con
él.
Francesc Jordana
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