FELICES...NOS HA TOCADO EL MEJOR PREMIO!!
Jesús nos dice hoy a nosotros: “A vosotros se
os ha concedido conocer los secretos del reino...”. Somos los más afortunados
del mundo... Hemos recibido un don, una gracia de Dios, y no hay nada igual...
Jesús remarca la idea, un poco más adelante “¡Dichosos vuestros ojos porque
ven, y vuestros oídos porque oyen!”.
“Dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros
oídos porque oyen”. Si vivimos bien nuestra fe, de una manera habitual, tendríamos
que sentirnos felices de ver lo que vemos, y de oír lo que oímos... ¡¡Felices!!
¡Felices de participar de la celebración
eucarística! ¡Felices al cantar! ¡Felices al escuchar la palabra! ¡Felices al
ver el milagro más grande, el pan y el vino convertidos en el cuerpo y sangre
de Cristo! ¡Felices al entrar en comunión con su persona! ¿Es ésta nuestra vivencia?
Quizás no en cada celebración y en cada momento,
podremos vivir esta felicidad, pero, sí que ha de estar todo ungido de un
sentimiento de ser afortunado, de haber recibido el don más grande que había. Nos
ha tocado el mejor premio. No hay nada que lo supere... Ni dinero, ni status,
ni belleza,... nada se acerca al don recibido. ¿Es así o no es así...?
Si no es así quiere decir que no hemos entendido
la entraña del cristianismo, no hemos entendido la Buena Nueva de Jesús, y lo
hemos reducido a un culto vacío, como hacían los fariseos.
Si es así, de una manera habitual tendría que
salir de nuestros labios una oración de alabanza
y de acción de gracias: “Que grande eres Señor Dios mío,... qué grande es tu sabiduría,...
qué bien haces todas las cosas... gracias por Jesucristo, gracias por la fe, gracias
por este tesoro que es tu palabra, gracias porque te podemos ver y te podemos
sentir...” ¡¡De un corazón feliz brota la oración de alabanza y de acción de gracias!!
Y la promesa de Jesús: “Porque al que tiene se
le dará y tendrá de sobra”. Éste es el dinamismo que Dios quiere para nosotros,
¡¡siempre creciendo!! , ¡¡siempre avanzando!! ¡Siempre creciendo y avanzando, porque
Él siempre va bendiciendo! , ¡Santificando!
Como dice el salmo: "Gustad y ved qué
bueno es el Señor, dichoso el hombre que se refugia en Él".
I la segunda y última idea... Este sembrador
no tiene puntería. Sale a sembrar y una parte cae al borde del camino, otra, en
terreno pedregoso, otra, en tierra poco profunda, y otra, entre las zarzas. ¡Qué
mala puntería! Tan mala puntería parece que tenga una intencionalidad...
Toda tierra, buena o mala, ha de recibir la
semilla. Toda persona buena o no tan buena, más abierta o más cerrada, ha de recibir
la semilla que es la palabra.
¿Dónde plantamos semillas? ¿Sólo donde encontramos
tierra buena? ¡No, éste no, que es imposible que crea! No es ésta la actitud
del maestro. Nosotros hemos de plantar semillas en todas las tierras... no sólo
en la buena...
La semilla tiene mucha fuerza, va acompañada
de la acción de Dios. ¡Hemos visto en la parábola que en todas las tierras es
capaz de nacer! ¡De abrirse paso! Si después de plantar semillas, acompañamos este
nacer, podremos facilitar su desarrollo.
¿Cómo acompañamos? Hacer que entiendan la semilla,
la palabra. Hacer que arraigue en ellos. Protegerlos de la seducción del mundo...
¡Ésta es nuestra tarea! Amén...
Francesc Jordana
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