¿CÓMO SÉ SI ESTOY AMANDO A DIOS?



“¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?”. ¿Qué diría Jesús si le hiciesen esta pregunta en el siglo XXI? Adaptemos la pregunta al siglo XXI y le preguntamos: ¿Qué es lo más importante que hemos de hacer? No creo que dijera: “La independencia”. Ni: “mantengamos la unidad de España”. Ni “es preciso que tumbemos el sistema capitalista injusto”. Y aunque  estos anhelos puedan ser legítimos, la raíz del problema no está en el sistema, sino en el corazón del hombre. ¡Que hemos de intentar hacer mejor el sistema, sí! Pero, sino apuntamos a un cambio en el corazón del hombre no iremos a ninguna parte.

Cuando escuchas los políticos, los nuevos y los de siempre, parece que todo sea un problema de estructuras y no es así... No es la estructura la que hace buena a la persona, sino la persona que hace buena la estructura.

¿Y qué proyecto político quiere hacer buenas las personas? Yo no conozco ninguno. En cambio, ésta es la pretensión de Jesús... ¡Él sí quiere cambiar el corazón de las personas!

Jesús a la pregunta, respondió con las palabras más revolucionarias de la historia, las palabras que están bajo toda auténtica transformación personal y social.

Su respuesta habla de amor. La auténtica revolución es la que viene del amor. ¡La revolución que necesitamos viene del amor!, del interior, del cambio del corazón... Es la única revolución en la que creo.

Y hecha esta introducción, tres ideas:
Primera idea:  “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este mandamiento es el principal y primero”. ¿Cómo estamos viviendo el mandamiento principal, el más grande, el más importante?

Hace falta que nos hagamos la pregunta... ¿Cómo estoy viviendo...? ¿Amo al Señor con todo el corazón...? Quizás alguno se pregunte: ¿Cómo sé si estoy amando a Dios? Yo lanzo algunas preguntas:
¿Te gusta estar con él? ¿Rezar? ¿Hablar con él? ¿Meditar su Palabra?
¿Vives la eucaristía como el gran momento de la semana? ¿Llegas a la hora? ¿La preparas? ¿La vives desde el corazón?
¿Deseas ser cada vez más de Dios?
¡¡Es el mandamiento más grande, aquí nos lo jugamos todo!! ¡¡El ser o no ser cristianos!!

Segunda idea: Es curioso que a Jesús le pregunten por el mandamiento más importante. Uno. En singular. Y él responde con dos. ¡Aquí está la novedad de Jesús! Para Jesús no hay Dios sin hombre. No puedes amar Dios, si no amas los hombres. Y este segundo mandamiento lo introduce diciendo: “El segundo es semejante a él”.

Jesús viene como a identificar el amor de Dios y el amor al prójimo. Jesús con estas palabras convierte los dos mandamientos en absolutamente inseparables. Si no amamos las personas, no nos pensemos que estamos amando a Dios. ¡¡Imposible!!

Tercera idea: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Qué listo está Jesús cuando detrás de “amarás a tu prójimo”, pone “como a ti mismo”.

¡¡Qué vivo!! ¡¡Qué listo!! Porque todos, más o menos, amamos, pero, las palabras “como a ti mismo”, son una medida infalible para saber si estamos de verdad, amando o no al prójimo.

Sabemos perfectísimamente, qué quiere decir en cada situación “como  a ti mismo”, quiere decir hacer aquello que nos gustaría que los demás nos hicieran en aquella situación. Pongo dos  ejemplos, sencillos y cercanos:

Primero: Alguien de nuestra comunidad está enfermo. Lo sabemos. ¡¡Amarlo quiere decir hacer aquello que me gustaría que me hicieran a mí!! ¿Qué me gustaría que me hicieran a mí? ¡¡Que me visitasen!! ¡¡Pues, ya sabes qué has de hacer!! “Es que no lo conozco demasiado...” ¿Te gustaría que te vinieran a visitar aquellos que no te conocen demasiado...? Sí. Pues, ya sabes qué has de hacer...

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Segundo ejemplo. Los próximos fines de semana hemos convocado a todos los padres de catequesis de primero y segundo para ser bendecidos y enviados a la tarea de iniciación a la vida cristiana que tienen encomendada. Vendrán más de cien padres... (algunos hará años que no pisan la iglesia).

¿Qué quiere decir amarlos? ¡Hacer lo que me gustaría que me hicieran a mí! Esto es: me acogieran, la gente se me presentara, me diesen la bienvenida, me hablasen, que no me dejaran solo, fueran cercanos y amables. Me animaran a venir a misa, a conocer la comunidad, a sumarse a las actividades que hacemos. Si esto es lo que te gustaría que te hicieran a ti, ¡¡hazlo tú a los demás!!

Y en cambio qué hacemos... ¡¡nada, nada de nada!! Me los miro de reojo y sigo hablando con los de siempre.

¡¡Y, después aún tendremos la cara de quejarnos porque los niños después de la primera comunión no continúen!! si pasamos olímpicamente de sus padres...

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Con las palabras “como a ti mismo”, Jesús nos pone  delante de un espejo, un espejo al que no podemos mentir.

Y un apunte final breve y poético: cuando Jesús nos pide que amemos a Dios: “con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”, esto nos ha de hacer ver que si nos pide que le amemos así, es porque él ya nos ama de esta manera, y desea ser correspondido.

Y ante un Dios que nos ama con todo el corazón, con toda el alma, con todo su ser, ¿qué le negaremos nosotros?

Francesc Jordana






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