ESPÍRITU DE INTELIGENCIA EN MARÍA



Mientras que el Verbo Encarnado gozaba ya en la tierra de la visión beatífica, la Madre de Cristo vivió aquí abajo las obscuridades de la fe, obscuridades translucidas, iluminadas todas por los dones del Espíritu Santo y los carismas proféticos necesarios para su misión de Madre de Dios y de los hombres, pero sin la visión beatífica, sin ninguna ciencia angélica que viniese a elevar su ser humano por encima de sus condiciones naturales, a un régimen de pensamiento sin imágenes tal cual les está reservado a los puros espíritus.
El Evangelio nos muestra a la Madre de Jesús escuchando las palabras divinas, observando con atención las cosas, "no comprendiendo" siempre al alcance de los sucesos que se verificaban en torno a ella.
El juego de los dones intelectuales del Espíritu Santo se desarrolló en ella en la más pura línea de la fe.

El Espíritu de inteligencia le hacía penetrar, hasta un grado único, el profundo sentido de todos los misterios de Dios. Ella leía las Sagradas Escrituras con el alma llena de luces mayores que las de Isaías y las de los demás profetas.
Su inteligencia, superior a la de los más grandes genios, pero sobre todo, iluminada directamente por el Espíritu Santo, elevábase sin esfuerzo de lo visible a lo invisible, donde se fijaba la mirada de su fe. ¡Qué luces interiores iluminaban el alma de la Inmaculada! Dios preparaba en ella a la Madre de un Dios Salvador.

M.M. Philipon



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