Una luz en la noche




  Ya lo dijo Jesús a sus apóstoles, vosotros sois la sal que da sabor a las cosas, y la luz que ilumina en la oscuridad. Y tras mi experiencia primera con los centinelas de la noche, confirmo cada vez más en mi corazón y en mis pensamientos que a Dios, a Jesús, sólo se le puede llevar si se está intimamente unido a Él, si se reza, si se habla con Él, si se vive en su gracia. Porque cómo se puede llevar a Dios a los demás si antes uno mismo no le ha conocido ni amado, no se puede dar lo que no se tiene.

  Fue una experiencia preciosa en la que vi que muchos jóvenes, no puedo decir número exacto porque engañaría, y que en un sábado de verano a la noche se dedicasen a hablar a los hombres sobre Dios o rezar y ya está, cuando lo normal es querer estar en casa o de ir de fiesta con los amigos. Pero es que si profundizo en lo que realmente es, me doy cuenta que esos jóvenes de diversas edades han encontrado a Dios, han sentido el gran amor que les tiene, a pesar de los fallos muchos o pocos que puedan tener, y por ello, esos jóvenes quieren darse a los demás para hacerles participes. contagiarles, de esa felicidad, de ese saber que eres amado de una manera inmensa por Dios, y no dudo que en esa noche todos aquellos que fueron invitados a hablar con Jesús fueron tocados, aunque a lo mejor ellos aún no lo sepan. Dice Jesús: No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos; pienso que también se podría entender que no hay amor más grande que el que da la vida a sus amigos, una vida en el amor de Dios, pues es darle a conocerles lo que sólo puede salvarles.
   Quiero añadir la admiración que tuve de un chaval, que aunque no lo conocí personalmente, sí pude quedar edificado por su ejemplo. Pienso que ese chico no tendría más de 16 años, y con esa edad se paso desde las 23:00 que yo llegue, hasta las 02:00 en que yo me marché, pues rezando, con su rosario, sus pensamientos, su amor por llevar las almas y que con gran ilusión seguro, estaba  rezando ahí por aquellas personas que le habían confiado. Me recordó a santo Domingo Savio que nos enseña que hay que amar a Dios desde pequeños, de que hay que rezar, ser alegre, ser entregado como lo fueron todos esos jóvenes que el sábado a la noche, se entragaron por Dios, con Dios y para Dios a  los demás. Desde aquellos jóvenes que con su talento musical estuvieron dando gloria a Dios, hasta los que se fueron calles por calles a invitar a los viandantes el ir a ver Jesús; también los que rezaban para que Dios derramase infinitas gracias, y cómo no la presencia de sacerdotes jóvenes que aún teniendo tanta labor como tendrían el domingo por las misas, quisieron reservar esas horas dedicadas al descanso, pues al servicio de Dios, para llevar a los hombres a la paz que Dios sólo puede dar.

  Animo a todos los que leáis este pequeño testimonio, primero que deis gracias a Dios por tantos jóvenes que aun saben manifestar el amor de Dios, segundo apuntaros a actividades del apostolado, a entregaros al servicio, pero un servicio lleno de alegría, de ánimo, de ambición por hacer llegar el amor de Dios a los demás. Ser abrasados por el amor de Dios para poder hacer arder de amor divino todas las almas que os rodeen y os sean confiadas.
Antonio María

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