Misión en Argentina y Uruguay



Quisiera compartir con vosotros, lo que he vivido estas vacaciones.

¡Ha sido una experiencia inolvidable!


Todo empezó, cuando recibí por email, una invitación del P. Enrique Martín Baena CPCR, para ir de misiones a Uruguay y Argentina.

Mi nombre es Mª Ángeles Borrell. Soy enfermera. Natural de Barcelona. Tengo 54 años y soy madre cuatro hijas ya mayores.

 El tema de las misiones, siempre me había llamado la atención desde pequeña, pero lo veía como algo lejano para mí. Mira por donde, se me presentaba la ocasión. Nunca es tarde!

Obtuve permiso en el trabajo, para poder coger vacaciones, una semana antes de lo que me correspondía. Ósea que ahí ya vi la voluntad de Dios.


El grupo estaba compuesto por ocho personas, cuatro varones, incluyendo al P. Enrique, y cuatro mujeres.

Debíamos reunirnos previamente, al menos dos fines de semana, para prepararnos. Tuvimos un encuentro en Madrid y otro en Barcelona. Los madrileños eran P. Enrique, Isabel, Maite, Jesús y Pablo. Mi hermano Andrés y yo de Barcelona, y Chacha de Argentina.

Durante los fines de semana de formación, estuvimos preparando el temario de la Doctrina Social de la Iglesia, y también la última encíclica del Papa Francisco: Evangelium Gaudium (La alegría del evangelio), la cual tomábamos como guía.

 Además, contamos con la presencia de 2 sacerdotes: uno de Uruguay y otro de Argentina. El Padre Pancho y P. Walter CPCR, respectivamente. Ellos nos acercaron un poco, a los países que íbamos a visitar.

También tuvimos la oportunidad de celebrar por skype una reunión conjunta, con el obispo de Melo (Uruguay) y los sacerdotes de Federal (Argentina), con los que íbamos a colaborar y nos habían encargado los temas a tratar.

Después, estuvimos viendo temas de logística y la agenda que tendríamos allí. Aunque se nos preparó para los imprevistos. Esta iba a ser una misión itinerante, de 3 localizaciones diferentes y eso representaba una mayor complejidad.
 Todo me parecía muy emocionante ¡

Pero el mayor reto, era preparar el tema, que el P. Enrique nos había encargado a cada uno de nosotros, según su profesión. ¡Qué nervios¡

Aunque había algún docente, no estábamos acostumbrados a  hablar en público. Además, había que hacer un power point e ilustrarlo con imágenes.

Total, que los fines de semana previos, estábamos muy aplicados estudiando, como si tuviésemos un examen.

Ahí ya empezó nuestro aprendizaje.


Otro momento emocionante fue, el encontrarnos el día 28 de julio, en el aeropuerto de Madrid, para salir. ¡ Tachan ¡  . Llegó el día de hora “H”. Ya estábamos de camino a la aventura.

 Habíamos salido con un calor horroroso de España, y llegábamos al aeropuerto de Montevideo, con un frío invernal.

El primer día 29, tuvimos una jornada turística por Montevideo, para descansar del viaje. Al día siguiente, por la noche, disfrutamos del primer encuentro con Monseñor Beto, con una cena en el seminario.

El 30 de julio al llegar a Melo, cenamos con Álvaro y Silvia, el ecónomo del obispado y su mujer. Son un matrimonio encantador. Parecía como si ya nos conociésemos.
 Misión

1)- Al día siguiente 31, viajamos a Rio Branco-Uruguay, en dos coches alquilados. Ahí empezaba nuestra  primera misión. Nos recibió el P. Nacho. Un hombre de pueblo,  muy cercano y entrañable. Su efusivo recibimiento, no dejó a nadie indiferente. Nos instalamos en un centro parroquial llamado Tribuna Popular. Aunque preparado con mucho cariño, era un local muy sencillo, que nos daba la sensación de estar de campamentos.  No había armarios para colgar la ropa, y la cocina contaba con un hornillo, una fregadera, un armario desvencijado.

Allí estuvimos nueve días. Fuimos recibidos con todos los honores por parte de la gente del pueblo y de la parroquia. Nos agasajaban con comidas abundantes y postres deliciosos. Parecíamos el Portal de Belén, con tanta empanada y  torta que nos llegaba cada día.

Fuimos varias veces convocados para ser entrevistados en la radio y TV local.

Cada día visitábamos cuatro capillas, donde impartíamos un tema de formación religiosa que previamente nos habían solicitado. Por ejemplo: el Bautismo, el pecado y el perdón, María como modelo y  la Misericordia.

Los temas los preparábamos con la ayuda del P. Enrique y luego los impartíamos en  equipos de dos en dos, siempre acompañados con un power point con imágenes y música, que les sirviese de motivación. También hacíamos participar a la gente, dividiéndolos por grupos.

El día era intenso, pues lo iniciábamos con la oración comunitaria, de las ocho de la mañana.

Después de desayunar, nos poníamos a trabajar en el temario. A medio día éramos invitados a comer de dos en dos, por diferentes familias. La mañana pasaba volando,  pues allí el almuerzo es a las 12.30h.

De  las 14h a las 16 h, teníamos la primera exposición del tema a tratar. De las 19 a las 21h la segunda. Entre medio, a las 17 h, la misa. Después de la cena, a veces, todavía teníamos alguna actividad nuestra, de tipo testimonial, que nos enriquecía a todos. 
 Acabamos la etapa de Rio Branco, con una bonita despedida, compartiendo misa de bautismo con la presencia del obispo, además de almuerzo a la canasta (entre todos) y danza folklórica. Nosotros tuvimos que improvisar unas sevillanas. Allí recibimos un baño de lágrimas, besos y abrazos.

2)- Nuestra segunda etapa fue Federal en Argentina.

Allí fue diferente, empezando porque nos dejaron una casa privilegiada, mucho más confortable. Además, los sacerdotes eran de una escuela más parecida a la nuestra y el público, un poco más culto.

Si en Río Branco habíamos tenido que hablar de temas doctrinales, en Federal, si cabe, el reto era mayor, pues teníamos que dar temas profesionales, desde el punto de vista ético.

Tocamos el tema de la sanidad, el laboral, el de empresa y de la educación.

¡Qué enriquecedor era todo aquello ¡Aunque no sé si el P. Enrique nos había sobrevalorado….

Allí el formato era diferente, pues las sesiones de formación eran únicas, a última hora del día, a las 8:30h, en diferentes locales municipales. Cenábamos después, con lo cual nos acostábamos tarde.

Por  la mañana, además de preparar temas, nos dividíamos para visitar colegios y también acudir a  la  radio.

Pero a  medio día, siempre disfrutábamos de deliciosos asados y ricas tartas de dulce de leche, tanto por parte de familias cercanas a la parroquia, como de la propia parroquia.

El grupo parroquial formado por 3 sacerdotes P. Gabriel, P. Christian, P. Martin y Natalia, se merecen una mención especial. Eso es trabajo en equipo.

Al finalizar nuestra misión allá, nuestra sorpresa fue ver como habían preparado nuestra despedida, en un bonito local de banquetes, invitándonos a una cena con cordero asado, además de deleitarnos con orquesta y danza del chamamés - el baile típico-. Y por supuesto, fuimos invitados a bailarlo.

 No faltó el reparto de obsequios: Un par de chuchillos de fabricación propia, a cada uno de nosotros. El intendente (alcalde del pueblo,) presidía aquel  homenaje.
 3)- Llegaríamos a la tercera y última etapa. Salto-Uruguay.

 Como cuartel general, teníamos nuestra querida casa de S. José CPCR. Aquello era como estar en casa. Allí pudimos disfrutar del cariño de las hermanas, sus cuidados, sus comidas tan completas. La compañía de los padres y hermanos, tan acogedores, que uno no puede evitar sentirse en familia. Además contamos con la presencia del superior. P. Philipe Barbier, recién llegado del Congo. Yo personalmente, disfruté mucho de las escenas familiares, por su gran calidad humana. Me encantaba ver como todo un superior de la casa, se ponía a hacer ” la fregada de platos” y la superiora, estaba gran parte del día, con el delantal de cocina, puesto.

En la casa, todo el mundo estuvo pendiente de nosotros, durante nuestra estancia.

Una de nuestras actividades fue  acudir a la Asamblea de Laicos CPCR, en Concordia (Argentina). Allí de nuevo, se disfrutó del buen ambiente de fraternidad que hay entre los dos sectores religioso y laical. Fue una jornada alegre y distendida, con cantos, testimonios y hasta trabajo en equipos.
 
Otro día, estuvimos misionando por las casas de un barrio sencillo, el de la capilla del Camino, invitando a una conferencia del P. Enrique sobre “La familia”. Después compartimos misa y chocolate. Como pueden comprobar, después de este viaje, contra todo pronóstico,  todos tenemos que ponernos a dieta.

No faltó nuestra visita a la radio. También la prensa se hizo eco de nuestra presencia. El diario “el Pueblo”.

Como despedida, fuimos invitados a comer al obispado de Salto por el obispo Monseñor Pablo Galimberti. Conjuntamente con los sacerdotes de la zona. La casa es preciosa, de estilo colonial.
 Aquella misma tarde, tuvo lugar en la universidad católica, nuestra última charla sobre “La ética en la Empresa”.

Esa misma tarde llegaba toda la comunidad CPCR de Latinoamérica: religiosas, hermanos y sacerdotes- unos cuarenta-  para iniciar los ejercicios espirituales de 8 días, predicados por el P. Barbier.

Que gozo daba verlos a todos juntos ¡

Pero nuestra misión estaba llegando a su fin. Qué penita nos daba….

Esa misma noche, ya salíamos en ómnibus para Montevideo, y al día siguiente tomábamos el avión rumbo a Madrid.


Por supuesto que estábamos cansados, pero mucho más felices que cansados.

No hay duda, en que hemos aprendido más de lo que hemos enseñado.

Y hemos recibido más de lo que hemos dado.

La misión, ha sido una doble misión. La de puertas a dentro y la de puertas a fuera. Y de las dos hemos recibido:

 La primera, por la convivencia del grupo, que ha hecho que aprendamos unos de otros.

La segunda, por la sencillez, generosidad y cariño con que la gente nos ha acogido.

Yo recomiendo con entusiasmo, a que se haga esta experiencia misionera. Además de poder  compartir la fe con otras personas que piensan como nosotros, uno se olvida de sí mismo y se percata de las necesidades de otros mas desfavorecidos.

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