Gozo del encuentro

A veces nos parece que Jesús está muy lejos de nuestra vida. Que se marchó hace tiempo de vacaciones. Sin embargo, no es así. Él sale a nuestro encuentro. De forma constante nos acecha con su ternura y su misericordia. Podemos descubrirle cuando somos capaces de mirar la vida con ojos limpios, con los ojos de la fe.
Hace unos días me encontré con un joven que me decía que estaba buscando no sabía qué, pero que en el fondo no era feliz. Que le ocurría como a nuestra crisis, que todo el mundo habla de ella, pero qué pocas soluciones aportamos. De pronto, me habló de que estaba buscando y buscando; sin embargo, todo le parecía decepcionante. En un momento de nuestra conversación, me espetó: «¿Tú conoces a Jesús?» Porque no es fácil conocer en profundidad a una persona. La verdad es que me encontré con una pregunta que jamás creí que nadie pudiera hacerme. Ello supuso que me estuviera dando vueltas en la cabeza durante bastante tiempo. Este pasaje de los apóstoles, primeros seguidores de Jesús, me hizo comprender: «Ven y lo verás». Nunca hemos acabado de conocer y seguir en realidad a Jesús. Como mucho, sabemos que ha sido Él quien nos ha encontrado a nosotros. Es su Amor el que nos captura día a día. Es inmensa la ternura de su Corazón. ¡Qué gozada el encuentro con Él! Aunque sea verdad lo que dice Pablo, de correr para alcanzarlo, con la conciencia de que nos ha alcanzado Él primero y nos ha seducido: Has sido más fuerte que yo y me pudiste.
Nunca sabemos demasiado de las personas que amamos. Posiblemente, siempre nos falta saber lo más importante. El encuentro con Cristo, como aquellos primeros seguidores, me cambió la vida. Creo que hoy no podría vivir de otra manera y, sin embargo, creo que cada vez conozco menos todo el Amor que Él me tiene. Es como si con Jesús la vida se viviese a color. Y sin Él, todo es en blanco y negro. Siempre me cuestiona una frase del Rey Balduino de Bélgica: «El Señor me ha dado la gracia de que, después de conocerle, todas las cosas del mundo no añaden ni un gramo de felicidad a mi corazón». Me siento muy identificado con él, desde que el Señor salió a mi encuentro.
Vivo con la conciencia de que el encuentro con la persona viva de Jesús es lo más importante de la vida. Nada se le puede comparar. Es una auténtica bomba de relojería. Y, sin embargo, aquel joven acertó. ¿Es tan poco lo que conocemos de Jesús? Y tanto lo que Él me conoce, y mucho más lo que me ama. Y, siempre con Él, he sido inmensamente feliz. Os lo aseguro.

Comentarios

Entradas populares