"OH COMO SUEÑO..."

"¡Oh, cómo sueño, con esta nueva generación de amor!" exclamaba el P. Vallet cuando pensaba en la Obra que el Señor le invitaba a dar a luz.

Es el empeño de los cristianos desde hace 20 siglos. Es el legado más precioso de Cristo Nuestro Señor: "amaos unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida".

En los primeros tiempos del cristianismo se reconocía a los cristianos a este signo: "mirad cómo se aman" decían de ellos los paganos.

Y hoy ¿qué se dice de los cristianos? De algunos se puede decir: "mirad como ama, o cómo ha amado siempre al hombre, a cualquier persona humana, de la raza o condicón que sea, con los límites o sin ellos que posea". Pienso que eso se podía decir verdaderamente de la Beata Madre Teresa de Calcuta. Y ¡cómo no! de nuestro nuevo Beato Juan Pablo II, que si fue grande fue por esa gran pasión de amor a Cristo y al hombre.

"El amor siempre vence, el amor no es vencido nunca" es una convicción que siempre le guió en su camino.

En el sentido de lo que hoy os compartimos lo que hoy leíamos en una nota el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi, tras conocerse la noticia de la muerte de Osama Bin Laden a manos de un comando del ejército norteamericano.

“Frente a la muerte de un hombre, un cristiano no se alegra nunca, sino que reflexiona sobre las graves responsabilidades de cada uno ante Dios y los hombres, y espera y se compromete para que cada acontecimiento no sea ocasión para un crecimiento ulterior del odio, sino de la paz”.

“Osama Bin Laden, añade la declaración, tuvo la gravísima responsabilidad de difundir división y odio entre los pueblos, causando la muerte de innumerables personas, y de instrumentalizar las religiones con este fin”.

Vamos a pedirle en este mes dedicado a nuestra Madre la Virgen María  que nos ayude a amar siempre, incondicionalmente con el amor que Ella, la esclava del Señor, aprendió de su Hijo, el cual dio la vida por nosotros como prueba suprema de amor. Y no porque fuéramos justos, sino precisamente porque no lo éramos.